Qué grande, señores, qué partido más grande. Confieso que era una de las más escépticas del mundo como para pensar que la selección del fútbol española pudiera pasar ni tan siquiera de cuartos en la Eurocopa, como siempre. Pero después de haber visto el partido de semifinales de ayer, hasta empiezo a creer que se puede ganar el copazo.
No es que sea excesivamente forofa del fútbol, pero hablando en plan abuelo cebolleta, la verdad es que la ilusión de estos chicos engancha. Y me alegro de que Aragonés (un asesor de imagen, por favor) haya pasado por completo de traer a jugadores resabiados. La frescura de esta selección va camino del triunfo.
Por cierto, la celebración de los goles (tres golazos, Dios mío) por parte de los Príncipes de Asturias clamaba al cielo. Un besete, hombre, que no pasa nada. Se tenían que haber fijado en la vice De la Vega, que saltaba como un resorte como el resto de aficionados. Con tanto VIP en el palco, los partidos de la selección van camino de convertirse en los del Real Madrid, cuya zona de 'elegidos' y el derivado compadreo proporciona un ambiente exquisito para cerrar negocios. En el caso de la selección, pues que se junten los miembros del Gobierno, del Tribunal Constitucional y los grandes empresarios y ya tenemos hecho el 'plan de ruta' a medida diga lo que diga la ciudadanía.
Por lo demás y por mucha resaca eurocpera, el IPC sigue subiendo, la izquierda abertzale dará un empujoncito a la referéndum de Ibarretxe para seguir jodiendo y, lo más importante del día, se casa Belén Esteban... y con vestido de novia y todo, que trabajo le ha costado a la pobre. ¡Qué país!
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