jueves, 19 de junio de 2008

El luto de Mostar

Hoy han fallecido dos militares españoles en un accidente de helicóptero en Bosnia junto a otros dos compañeros alemanes. Muertes y nombres que seguirán llenando las dos placas conmemorativas en Mostar: una en la base militar y otra en la plaza de España. Allí siempre hay alguna corona marchita que se deposita de cuando en cuando asiste una autoridad. Esta plaza se encuentra en unos de los extremos de la calle conocida como el Bulevar, al pie del viejo edificio de los francotiradores. Era la frontera entre musulmanes y croatas en los últimos años de la guerra de los Balcanes (cuando los serbios estaban prácticamente fuera de juego en este lugar) y aún sigue siendo siendo tierra de nadie... y aún da escalofríos pasear por la zona.

Se trataba de un sargento y un teniente. Lo cual me tranquiliza un poco y les voy a explicar por qué. Más que nada porque intuyo que supieran un poquito lo que estaban haciendo y a qué se arriesgaban... o, al menos, déjenme pensarlo. Nadie lo quiere admitir, es, digamos, políticamente incorrecto hablar de la muerte, pero cuando firmas un contrato con las Fuerzas Armadas te estás comprometiendo a dar la vida por tu país o por lo que se comprometa tu país. Las Fuerzas Armadas están dirigidas por el poder civil a través de un Ministerio de Defensa. Antes, se decía que era el Ministerio de la Guerra pero eso ahora queda fatal. Y tengo la sospecha de que muy pronto lo van a llamar Ministerio de la Paz por aquello de la moda de los ONGércitos.

En las Fuerzas Armadas se enseña a evitar que te maten y a matar cuando te lo ordenen... y punto. Y luego se tienden puentes y se ayuda a reconstruir hospitales, pero esa no es la labor de los ejércitos. El dolor es el mismo, pero seguro que quien mejor les comprendieran asumirán con mayor resignación su desaparición. Más me escandalizaría que fueran soldados rasos, por el percal que he conocido y saber cómo funcionan. Estas misiones están bien pagadas, sobre todo teniendo en cuenta la porquería de sueldo de nuestros soldados, y muchos jóvenes que carecen de preparación (quiero pensar que sólo psicológica) se van envalentonados por llenar de ceritos la cuenta corriente. No creo que ninguno de ellos vuelva siendo el mismo, ni siquiera cuando han sido destinados en misiones tranquilas como es hoy la de Bosnia y Herzegovina.

Esta vez ha sido un accidente. A saber las condiciones del helicóptero. Como las del BMR que se cargó a otro soldado de la base española del Líbano hace unos días. Es asumible morir por un accidente (tomando la literalidad del término) o por un ataque. Gajes del oficio que se dice. Pero perder la vida por falta de presupuesto o exceso de desidia clama al cielo.

Mi más sincero pésame a las familias y un gran abrazo. Una servidora es una apasionada del mundo de la Defensa y admiro la carrera militar. Por eso también siendo orgullo de aquellas personas que se prestan a las misiones, siempre que sean conscientes de qué significan dichas misiones, incluso cuando no estoy de acuerdo con ellas.

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