sábado, 5 de julio de 2008

Orgullo gay

Esta tarde parte la caravana verbenera del Orgullo Gay por la almendra central de Madrid. Es una gran fiesta, vistosa, divertida y siempre sorprendente, pero hace tiempo que prefiero verla por televisión. Y no es que desde la caja tonta se vea mejor, como se dice con los partidos de fútbol, sino que no me apetece asistir.

Me parece bien todo tipo de iniciativas que tengan que ver con la lucha de derechos tan básicos como es que te acepten como eres y que quieras a quien quieras. Sin embargo, hay ciertos elementos de estas celebraciones que continúan ofreciendo la imagen de una persona homosexual como estrambótica... y a mí me molesta bastante.


La cabalgata del orgullo gay es un pequeño carnaval y a mí, particularmente, así me gustaría que se vendiera. Luego, la lucha de derechos podría venir de la mano de manifestaciones con pancarta y vestidos de calle, como todo hijo de vecino, porque una persona homosexual es un hijo de vecino.


De lo que sí estoy orgullosa es que en mi país se hay avanzado un poquito y tengan reconocidos determinados derechos. Es curioso que este cambio, la ley del matrimonio entre homosexuales, el reconocimiento de su derecho a adoptar, así como que un transexual pueda cambiar el género en su DNI para evitar problemas y situaciones embarazosas, ha sido una de las pocas veces que la norma va por delante del sentir de la sociedad. Lo habitual es que la socidad demande una situación y el legislador responda... siempre con años o siglos de retraso.


Los medios de comunicación han hecho un gran esfuerzo por incluir la presencia de homosexuales y transexuales con toda naturalidad en películas, series televisivas, relatos, etcétera. Sin embargo, el personal aún no lo considera 'normal'. Sólo hay que salir de los centros urbanos más cosmopolitas y enfrentarse a la España 'profunda', como se dice, que no es otra cosa que la España de siempre. La mayoría de la gente continúa mirando a estas personas con recelo. Para comprobarlo, sólo hay que preguntar el ratio de bodas entre homosexuales celebradas en los ayuntamientos que rigen los destinos de los municipios con menos de 100.000 habitantes. Muchos de ellos tendran un 'cero' como un piano en su haber. Y me temo que también hay homosexuales de pueblo.


Cuando era más joven, siempre me preguntaba cómo iba a reaccionar si una persona de mi alrededor me confesara sin yo sospecharlo que era homosexual. Temía que el haber vivido en el ambiente familiar los recelos típicos ante lo 'raro' me hiciera responder alguna cosa forzada o inoportuna. En realidad, lo que temía era sorprenderme, no poder verlo a priori normal.


Cuando llegó el momento, me sorprendí a mí misma porque no pensé en nada... Fue como tenía que ser, como si me dijeran que votaban a tal o cual partido, o que se iban de viaje a Pamplona... No sentí nada. Y los recelos del ambiente familiar, cuando tuvieron al alguien cerca homosexual, alguien que me acompañaba en los mejores y peores momentos y que quería con locura, resulta que desaparecieron. Por eso siempre he creído (o he querido creer) que este tipo de prejuicios se deben al miedo a lo desconocido, miedo al diferente.


Yo soy heterosexual y no me siento orgullosa por ello, como tampoco de ser morena, o medir algo más que la cinta métrica... son cosas que me vienen dadas. Qué grande será el día en que los homosexuales tampoco se tengan que sentir ese orgullo por ser gay o lesbiana.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buenas tardes! escribo ahora precisamente porque yo si asistí a esa gran fiesta, las consecuencias de esto es levantarse a estas horas, triste si pero, no hay algo más absurdo que un domingo por la tarde? pues por eso mismo me encuentro descansando...
Me ha gustado mucho su reflexión, de hecho yo jamás pensé en ver la homosexualidad como lo que es, algo tan normal.
Espero tener más tiempo para leer este blog tan interesante y poder comentar esto más a menudo.
Un besote!! seguiremos en contacto!!!

Ana Victoria dijo...

Muchas gracias por su apoyo, querido y nunca lo suficientemente admirado Millán, jeje. Con que de fiesta... Desde luego que si te gustan, los mogollones que se forman en Chueca hay que disfrutarlos. Yo con un par de años tuve suficiente. Creo que ya estoy mayor para estas aglomeraciones, jeje. Besitosss.

La Tremolina... dijo...

Yo lo único que sé del Orgullo Gay es que tuvo secuestrado el acceso a mi hogar toda la santa tarde (con parte de la noche).