miércoles, 15 de abril de 2009

El automultiempleado y los idiotas

Recuerdo una serenata infantil que cantábamos en el colegio cuando jugábamos al fútbol unas clases contra otras:

“Tenemos un portero
Que es una maravilla
Que para todos los goles
Sentado en una silla
A: vamos a ganar
E: vais a perder
I: nos vamos a reír
O: menudo palizón
UUUUUUUHHHH!!!”

No sé por qué, pero con la presentación del nuevo Ejecutivo para gobernar los designios del Reino de España, esta simpática cantinela no se me va de la cabeza. Será porque el presidente se ha autoproclamado ministro de Deportes, para cumplir de alguna manera la promesa a dicho sector. Rodríguez Zapatero prometió un ministerio ad hoc, pero como estamos en crisis y hay que ahorrar, se ha automultiempleado en lugar de crear una nueva cartera que tire de la teta de los tísicos fondos públicos. Él es el gran portero, nuestro Iker Casillas particular, capaz de atrapar y despejar hábilmente todos los balones que nos vienen directamente a la cara a cada uno de los que habitamos en la piel de toro. Caras que, por cierto, se ve que son de idiotas.

Supongo que todos los Gobiernos poseen la fantástica capacidad de no dejar de sorprender, para único deleite de los que viven de opinar y escribir sobre ellos. Lo que sí es verdad es que los estilos se diferencian sobremanera.

Si el Gobierno popular que teníamos como precedente procuraba mantenernos atentos ante la próxima barbaridad que decidían con una chulería pocas veces vista, el socialista (que me río yo de lo de socialista) que padecemos nos entretiene con teatro y pasacalles, para que disfrutemos en las tediosas colas del paro.

De los nuevos actores que han ocupado la escalinata del escenario monclovita, será por llevar la contraria, pero de la que menos tengo que decir es de la nueva ministra de Economía, pese al rosario que le han rezado en casi todos los foros, más o menos autorizados.

Particularmente, encuentro a Elena Salgado una señora muy válida, recta, trabajadora y con férrea capacidad de mando, cualidades más que apropiadas en los tiempos que corren para la tarea que se le ha encomendado. Totalmente errónea, sin embargo, cuando la colocaron al frente de Sanidad, y como un guante, eso sí, cuando la retiraron al grisáceo Ministerio de Administraciones Públicas. Nada que ver con Solbes, que por fin ha conseguido lo que más ansiaba: ser ex ministro, y nosotros podremos guardar los sonotones para cuando realmente los necesitemos.

De los demás, pues cada uno tiene lo suyo. Lo que sí me ha parecido una mamarrachada han sido determinados ascensos, rápidos y a última hora, como para cumplir. El que más me desagrada es Pepiño Blanco, que es como volver a tener un Cascos socavando media España. Al menos Magdalena Álvarez tenía su gracia… aunque ella no se podía reír con mucho ímpetu debido la carga de botox que se me plantó en la cara.

Otra ascendida a las alturas ha sido Trinidad Jiménez, rescatando para Sanidad el tema los Asuntos Sociales y la ley de la dependencia, fabricante de tantos sueños. Para la tarea adicional, esta mujer queda que ni pintada, pero para el mochuelo de Sanidad, un Ministerio desministerizado… no la veo yo soportando las puntillitas de los pesados de los consejeros sanitarios de cada una de las comunidades autónomas. Principalmente el hueso de la de Madrid y su flamante Juan José Güemes.

Que a Sindes la hayan colocado al frente de Cultura, dado el perfil de dicho Ministerio últimamente, no creo que provoque ni frío ni calor, salvo a grupos pro-descargas de Internet exaltados.

El chiste más gracioso ha tenido como protagonista, cómo no, a un andaluz. El que el caudillito del sur, Manuel Chaves, aceptara la creación de una tercera vicepresidencia, con un título absurdo, con el objetivo de colocarle a la derecha del padre o, más bien, atarle en corto mientras el padre se reorganiza en Andalucía, muestra que tiene un gran sentido del humor porque se ríe de sí mismo.

Patidifusa me quedé, cuando el primer titular que leo acerca de la remodelación del Ejecutivo me dice que Gabilondo será ministro de Educación. Evidentemente, pensé en Iñaki, y me dije: cuán lejos se llega haciendo de palmero en esta vida. Pero no fue así, resulta que el Gabilondo era el hermano, un rector que, al menos quiero pensar, tendrá más Educación, con mayúscula, que sus antecesores.

En resumidas cuentas, me uno desde este cuaderno a la decepción general con el seminuevo Ejecutivo… aunque confieso que tampoco esperaba nada especial de la remodelación. ¿Ustedes no echan de menos la política y de más a los políticos?

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