martes, 5 de agosto de 2008

Cambios

Ha sido cerca de un lustro luchando por un negocio en el que no he puesto un duro. Así de tonta es una. Hace unos días se hizo oficial en la empresa para la que aún presto servicios, dejo el trabajo... para irme a otro, obviamente. Es el momento de los cotilleos entre compañeros, de las reflexiones personales, de las quejas, de los recuerdos y, qué quieren que les díga, pese a que estoy muy feliz con el cambio, por mi parte hay también muchas lágrimas.


Ahora mismo soy incapaz de contener ese flujo de gotitas saladas deslizándose por la cara sin que puedan evitar la fuerza de la gravedad. A ver si soy capaz de expresar qué siento:



No me da pena dejar este trabajo, es el momento, porque estoy viendo otro techo y no tengo ganas de romperlo esta vez, ya no quiero saber qué es lo que me espera en el siguiente nivel o, simplemente, no me fío de que lo que pueda haber sea positivo. Pero a veces me parece que esta decisión es tirar la toalla con respecto a un montón de iniciativas, unas ya propuestas, otras aún en mi cabeza. El problema es que esas que aún permanecen en mis pensamientos ya tienen miedo o desgana de salir. Eso debe ser lo que denominan el síndrome burn-out o del trabajador quemado.



Será como en todos los sitios, pero en esta empresa he sentido muchas alegrías y muchos disgustos. Pero si hay un dolor punzante, desde luego es el desagradecimiento. Y no por parte de los que regentan la compañía, precisamente.



Las satisfacciones me las llevo en el corazón. Desde haber elegido la mejor foto para hacer la mejor portada, hasta haber aprendido latín con los redactores más veteranos, o haber contribuido a que ciertas personas tengan algún incentivo más en la empresa, ya sea económico o de descanso, o un premio que no lleva mi nombre pero lo siento como mío y, sobre todo, fuentes que han solucionado algún problema gracias a que se ha publicado su caso. Todas esas cosas están conmigo, aunque nadie las reconozca jamás y/o no se acuerde de ellas.



Ni qué decir tiene, que dejaré de ver a diario a personas fantásticas con las que he compartido muchas cosas. Y otras nada fantásticas, pero debe ser verdad que el roce hace el cariño. Hace exactamente un año que yo lloré la marcha de uno de los mejores compañeros que he tenido, que en su día también fue mi jefe. Por este trabajo han desfilado muchas personas especiales cuyos teléfonos no han sido abandonados en mi agenda, sino que los utilizo de forma recurrente. No sé si a mí me pasará lo mismo, ya les comentaba lo del dolor punzante.



Tengo por delante una etapa tanto profesional como personal apasionante y llena de retos. Me voy con las fuerzas renovadas y con una ilusión tremenda. Seguro que será el mejor analgésico para eliminar la pena que hoy aprieta mi pecho.

6 comentarios:

La Tremolina... dijo...

Joé, pues espero que no, porque el único burn out que he visto yo a mi alrededor consistió en alguien que se quedó totalmente inútil para la causa pero bastantes, bastantes meses. Hasta que la pobre pudo volver a poner las cosas en su sitio y volver a trabajar, ¡¡puff!!

Miri_Miri dijo...

Ánimo wapa!! En el fondo sabes que todo esto va a ser para mejor. Los méritos, por desgracia, te los reconocerán cuando ya no estés. Entonces no habrá nadie que se coma los marrones x los demás y vendrá aquello de 'qué buena era'. Para otros siempre serás una de las personas que nos abrió las puertas. Yo, aunque quizá sea de las q menos te conocen (el tiempo da la experiencia y la experiencia es un grado), voy a echar de menos reír hasta llorar contigo, escuchar 'otra vez las voces' y decirte aquello de 'qué mona va esta chica siempre'. Pero sé q te va a ir muy bien allá donde vayas.

Ana Victoria dijo...

Miri, eres un sol. Gracias de todo corazón. Nunca pierdas ese buen humor y, de todas formas, espero seguir compartiéndolo contigo aunque fuera del trabajo, jeje. Gracias por participar en mi rinconcito. Un besazo

Miri_Miri dijo...

De nada wapa!!
Yo tb espero que esto continúe ahora q te falta tan poquito para irte, además, hay 'confidencias' de las que tenemos q hablar largo y tendido fuera de estas cuatro paredes... jejejejejeje

Un besote enooooorrrrrrrrme!!

Anónimo dijo...

Esta empresa no será lo mismo sin ti, con o sin reconocimientos. A mí me va a costar mirar y no encontrarte en la redacción. Pero te va a ir muy bien. Eso seguro. Feliz transición!
Alberto

EULOGIO PERPLEJO y PASCUAL SERRANO dijo...

Estimada Ana Victoria, aprovecho este post para saludarte públicamente, pues acabo de ver un mensaje tuyo en uno de mis blogs.
Quería decirte, a propósito del contenido de esta entrada, que de mi paso por la empresa que ahora abandonas con firme y sabia decisión, en la que tú sabes que me dejé la piel para que se hicieran un tambor, la persona a la que guardo más cariño eres tú. Confidencialmente, siempre se van los mejores.
Espero que tus proyectos salgan adelante como tu esperas, porque como decía Carmen Maura: Nena, tú vales mucho.
Un beso.