sábado, 6 de junio de 2009

Día ‘D’ discursos...

... y empezando por el de una servidora.

Hoy se celebra el LXV aniversario del Desembarco de Normandía, el llamado día ‘D’ de disgusto para los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, y los líderes coyunturales (sobre todo Gordon Brown... lo de coyuntural, digo) se han juntado en amor y compaña para dar unos cuantos discursos sobre paz y armonía mundial... Israel y los palestinos. ¿No les parece bonito? Pues, como siempre, deléitense con las palabras.


En España, mientras tanto, estamos en vísperas de elecciones europeas, que es un trámite para dar patadas hacia arriba a lo que sobra de cada partido para que chupen del bote y dejen tranquilos a los que se quedan. Confieso que iré a votar. Siempre lo hago por cargo de conciencia, ya que hay tantos países que luchan por este derecho y, principalmente, por la cantidad de años que en mi propio país se luchó por ello. Mi voto no suele servir para nada, doy fe que procuro que así sea, pero participo por respeto a la generación de mis padres. No obstante, si no va ni Blas, ni me sorprende ni me indigna, puesto que es un síntoma normal de la podredumbre supina de la clase política de la que el vulgo, pese a ser muy vulgar, tiene cumplida cuenta.


La abstención debería ser una opción política que contara, creo que debería haber un tanto por ciento de participación como tope bajo el cual unas elecciones fueran anuladas por no ser representativas. Pero claro, una desea tantas cosas imposibles...


Hoy es día ‘d’ discursos y podría celebrarse cualquier otro día, porque de ésos estamos hasta las cejas.


Hace ya varias semanas que quería escribir sobre este tema, pero hasta ahora no me ha apetecido realmente. Fue a raíz de uno de esos discursos ocurrentes de un político que combinado con la experiencia personal siempre da lugar a un brutal choque frontal.


Tenemos por estos lares una ministra jovencita y muy guapa, monísima, que dice que un feto hasta las trece semanas es un ser vivo pero no es un ser humano y para sustentar su afirmación hace referencia a la tesis de científicos, en general, de los cuales sus nombre no debería querer acordarse. Pero ahora debe ser suficiente decir que ‘lo dicen los científicos’, porque como se les cite a lo mejor piden canon y no está la cosa para derrochar.


La cuestión se ha prestado a numerosos chistes, a cada cual más oportuno, por ello no voy a bromear con la nueva ‘aidocurrencia’, simplemente a dar un punto de vista: miren la imagen que ilustra dos ‘posts’ más abajo: pertenece a mi bebé con sólo diez semanas de gestación.


Pero aparte de indignarme de que este personaje haya llamado de alguna manera ‘bicho’ a mi hijo, porque le venía bien en medio de la eterna polémica de la ley del aborto, más me indigna que la oposición saque su artillería más pesada contra dicha legislación cuando en las comunidades que gobiernan fomentan, y lo digo con conocimiento de causa, el aborto.


Una servidora reside en la Comunidad de Madrid, cuya Sanidad es dirigida por el gobierno regional que es del Partido Popular, y ha sufrido tremendas presiones para hacer pruebas invasivas muy peligrosas, sin recibir información en el centro hospitalario, y con el fin de descartar anomalías en el bebé que, pese a no ser incompatibles con la vida, son a día de hoy justificación para poder abortar.


Después de buscar la información por nuestra cuenta, en otros centros de otras comunidades y en médicos privados, volvimos a hablar con nuestro médico:


Mi santo y yo: “Esa prueba no la queremos hacer por el riesgo que conlleva, queremos la menos peligrosa”.


El médico: “Pero esa ya no hay plazo, porque requiere de tres semanas para conocer los resultados”.


Mi santo y yo: “Pero tiempo para qué...”.


El médico: “Para interrumpir el embarazo”.


Mi santo y yo: “Pero si partimos de que nosotros no queremos interrumpir el embarazo, tan sólo un diagnóstico, queremos información, da igual lo que tarde”.


El médico: “No, estas pruebas están para lo que están”.


Yo que soy una inocente, pensaba que dichas pruebas eran para diagnosticar. Pero no, son para descartar niños de los que no puedes presumir en el parque.


Por las indagaciones a las que nos hemos visto abocados, resulta que por los protocolos de la Sanidad madrileña, para evitar denuncias, están haciendo pruebas invasivas a tutiplén, a sabiendas de que la mayoría son absolutamente innecesarias. Para más inri, a veces das con profesionales de la salud que ni siquiera dan la información necesaria para tomar una decisión madurada.


Yo me pregunto cuántas mujeres que, por no conocer bien el idioma o por ser más volubles o por creer que la palabra del médico va a misa, se han sometido a dichas pruebas sin la sufiente información con indeseables consecuencias.


También me pregunto, aunque esto ya es un sentimiento totalmente personal, por qué se fomenta la eugenesia. Imagino que saben quienes la defendían y la practicaban, precisamente los damnificados del día ‘D’.


En torno al tema del aborto voluntario no hay más que falacias. Aún no ha habido un diálogo serio y no se ponen más que parches.


Los que ahora legislan han hecho una ley de plazos en la que amplían el tiempo de permiso y en la que establecen que las chicas de 16 años no requieran de permiso paterno. Los que están en contra, critican las medidas de hoy y de ayer y parece que todos son católicos y apostólicos.


Desde este espacio, tan sólo puedo dar un punto de vista que creo que es intermedio.


Estoy de acuerdo con que exista el derecho al aborto, una ley de plazos y que las chicas puedan tener la última palabra a partir de los 16 años. Pero creo que es incompleta.


Una persona que tiene 16 años ya puede elegir si quiere un tratamiento o no ante una enfermedad terminal, por ejemplo. De acuerdo que hay 16 años que son como 12 y otros que son como 20, pero las leyes se escriben sobre papel y a esos matices no pueden llegar. Por ello, creo que deben tener la última palabra, la última de otras que escuchen por parte de sus padres o tutores y por parte de personal sanitario, con pros y contras. Es decir, creo que se deberían establecer protocolos en los que una persona que se tiene que enfrentar a algo tan duro tenga toda la información posible. Y después de la decisión que tome, sea la que fuere, cuente con un seguimiento posterior adecuado, bien psicológico, bien de apoyo a la familia o lo que sea menester.


Lo que le hace falta a esta ley es la obligación, el deber de la Administración, de garantizar que la información llegue, así como una atención sanitaria correcta y gratuita, antes y después del aborto. Y si no lo hubiere, garantizar alternativas, que las hay.


Pese a estar de acuerdo en con que exista el derecho, también tengo que decir que, personalmente, el aborto me parece una barbaridad en la mayoría de los casos (entiendo algunas excepciones) y nunca, ni cuando era jovencita, creí que fuera una salida. Además, tengo que decir que no es cuestión de religión, porque no profeso alguna, simplemente es que pienso distinto a lo que parece ser la mayoría.


En éste, como en tantos otros asuntos, por lo que hay que luchar es por la erradicación de la ignorancia, porque sin información y sin educación se dicen y hacen cosas que, con el poder del conocimiento, no diríamos ni haríamos a los demás ni a nosotros mismos.